“Vivamos la milicia del cristianismo con buen humor

de guerrillero, no con hosquedad de guarnición sitiada”.

Nicolás Gómez Dávila

“Estoy inaugurando en la Argentina la literatura anticlericalosa. En todos los países católicos existe y aquí es una vergüenza. Los eclesiásticos, como toda sociedad humana, tienen sus defectos, abusos y ridiculeces y si no existe un contraveneno, el córrigo-ridendo-mores, campan con todos sus respetos, como una murga cualquiera”.

Padre Leonardo Castellani


viernes, 17 de octubre de 2014

Cuentos perdidos por ahí


Lo que sucedió a un ciego que llevaba a otro




Don Juan Manuel
EL CONDE LUCANOR


En esta ocasión hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, de esta manera:

-Patronio, un familiar mío, en quien confío totalmente y de cuyo amor estoy seguro, me aconseja ir a un lugar que me infunde cierto temor. Mi pariente me insiste y dice que no debo tener miedo alguno, pues antes perdería él la vida que consentir mi daño. Por eso, os ruego que me aconsejéis qué debo hacer.

-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para aconsejaros debidamente me gustaría mucho que supierais lo que le ocurrió a un ciego con otro.

Y el conde le preguntó qué había ocurrido.

-Señor conde -continuó Patronio-, un hombre vivía en una ciudad, perdió la vista y quedó ciego. Y estando así, pobre y ciego, lo visitó otro ciego que vivía en la misma ciudad, y le propuso ir ambos a otra villa cercana, donde pedirían limosna y tendrían con qué alimentarse y sustentarse.

»El primer ciego le dijo que el camino hasta aquella ciudad tenía pozos, barrancos profundos y difíciles puertos de montaña; y por ello temía hacer aquel camino.

»El otro ciego le dijo que desechase aquel temor, porque él lo acompañaría y así caminaría seguro. Tanto le insistió y tantas ventajas le contó del cambio, que el primer ciego lo creyó y partieron los dos.

»Cuando llegaron a los lugares más abruptos y peligrosos, cayó en un barranco el ciego que, como conocedor del camino, llevaba al otro, y también cayó el ciego que sospechó los peligros del viaje.

»Vos, señor conde, si justificadamente sentís recelo y la aventura es peligrosa, no corráis ningún riesgo a pesar de lo que vuestro buen pariente os propone, aunque os diga que morirá él antes que vos; porque os será de muy poca utilidad su muerte si vos también corréis el mismo peligro y podéis morir.

El conde pensó que era este un buen consejo, obró según él y sacó de ello provecho.

Y viendo don Juan que el cuento era bueno, lo mandó poner en este libro e hizo unos versos que dicen así:

Nunca te metas donde corras peligro
aunque te asista un verdadero amigo.



Aplicación para estos tiempos:

No sigas a un Superior General
aunque asegure dar cristiano testimonio,
se trata disfrazado de un demonio
que hará que te vuelvas liberal.

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